jueves, junio 25, 2009

A ti...


“La noche es negra y a lo lejos tiritan sus dulces ojos color avellana. Pardos, indefensos, como remanso inagotable para el sediento de paz”

A veces caminas con la mirada al suelo, buscando un camino que creías perdido, con los ojos tristes y el rostro sereno.

Pasa un minuto y tú y yo sabemos que en tu cabeza hay una lluvia de pensamientos. Un sinfín de emociones que quisieras, si no desaparecer, al menos evitar.

Pero las imágenes caen en tu mente a mil por segundo. Son tantos los recuerdos que aunque quisieras decir todo lo que piensas, no lo haces, porque tu boca no es tan rápida como tu cabeza.

Los días te pasan de largo y tú te escapas en la rutina, tu trabajo, las tareas, las vueltas. A veces esto calma el bullicio en tu cabeza, como un sedante legal diurno.

A ciertas horas del día encuentras un buen motivo para sonreír y el mundo se ilumina de golpe.

Es entonces cuando me doy cuenta que, aunque no lo sepas, eres una gran mujer. Es entonces cuando sé que vas a estar bien.

Sé que tienes un buen motivo para hacerlo. Aún en los momentos de mayor debilidad saldrás airosa. En ti puedo ver una mujer sencilla, admirable, sensible, cuya mejor ambición es amar y ser amada. Y esta es una de las más grandes lecciones de la vida, pues no hay mayor gratificación que el amor y el tiempo que uno dedica a los suyos.

A veces esto se nos olvida, y es cuando regresamos a esa mirada triste e infinita.

Quisiera tener en las palabras precisas, para hacerte esbozar esa sonrisa tan tuya... tan perfecta. Pero aún y con todos los idiomas y vocabularios aprendidos, aún así a veces no encuentro las palabras que sé bien un abrazo o un gesto dicen mejor, pero aún y para eso hay un tiempo y un lugar.

Hoy pretendo decirte, amiga mía, ¿puedo llamarte amiga?, quisiera que sepas que habrá momentos en los que te sentirás sola, sé que a veces te faltará un abrazo o una palabra de aliento, y si de bien algo sirven, aquí están mis brazos y mi voz, créeme que te apoyaré cuando más falta te haga.